March 11, 2014 Venta de Poesía 0

Como ansío el amor
mujer, que tú me niegas.
Te busco en mi ciudad.
Me asomo a la ventana
con la ilusión de verte:

Otra ventana miro:
basura y tarantines,
concreto, gente azarosa
la muchedumbre, asfalto
policías , carteristas,
sacerdotes sin sotana
prostitutas recatadas,
desempleados a montón.

No puedo diferenciar
unos de otros, pero sé
que en la multitud urbana
todos están presentes:
el poeta, el borracho,
banqueros y ladrones,
peluqueros, abogados
frustrados por millares.

Mi ciudad, mi ventana.
Mi ciudad y yo, pequeño
prisionero en mi ciudad.
En mi ciudad, la libertad
termina entre rejas,
muros, grandes pancartas
anuncios de cerveza;
la marca de escocés
que te distingue siempre
si lo puedes pagar.

Privacidad en mi ciudad
concluye en un tumulto;
en la sala de baño,
en mi cama, en el zapato
viejo, el reloj despertador,
el ulular estridente
de la patrulla policial;
la ambulancia y también,
el grito de quien muere
a puñal en la calle.

Mi ciudad, televisor
Internet, un verbo nuevo
que se llama chatear
para consuelo de almas
solitarias en un mundo
virtual, que ya comienza
a gobernar la vida.

En mi ciudad iluso
soy porque pretendo
volar al infinito
con alas de concreto
redimirme en un cielo
de nafta y carbónico
gas donde se asfixien
mis sueños imposibles.
quizá sea una manera
de saldar la deuda
por la parte que me toca
al contaminar este puntito
Azul llamado tierra.

¡Oh, mi ciudad, mi ciudad!
Te busco mi ciudad
y no te encuentro nunca.
Te busco como busco
el amor que me niegas.